La musiquita invade mi corazón. "Hermosos perdedores", lo somos, aceptamos y ganamos. Recorro la habitación bailando. Vuelvo a sentirte en mi cama entre risas y revolcones... y la musiquita. Ganamos todo el tiempo perdiéndonos de vista.
Compañero, amigo, amante, espejo todavía me arde la piel por haber abrazado tan fuerte el sol. La nostalgia clásica, casi un cliché de los hasta luego me toma la garganta por sorpresa y solo me salen dos lágrimas.
Las guitarras retumban por la casa. Dejo que entre luz. Te respiro, me cargo de tu energía, agradezco todo lo que podemos compartir y enseñarnos. Trato de evitar el romanticismo femenino. Decido que quiero ser solo tu amante y no vivir siquiera en la misma ciudad.
Amigo con condiciones, pero siempre negociables, alterando este cuerpo con tu cercanía, este universo con tus creencias. Amigándome con vos, soy una conmigo.
Ya no temo perderme en un nosotros que me asfixiaba. Creamos una nueva historia, un nuevo reflejo, una nueva proyección de nosotros mismos. Y es verdad, uno nunca vuelve atras. Seguimos ascendiendo en espiral, amándonos y agradeciendo nuestra presencia y, sobretodo, nuestra ausencia.
¡Qué bello es cuando no estas!
jueves, 24 de abril de 2014
Hermano amante
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