"Mira, flaco, es muy sencillo: a mi nadie me preguntó si quería venir al bendito mundo este. Pero, ¿vos ves que yo me mate? No. ¿Entonces? Hago lo que puedo, es así"
No sé si el tipo lo entendió. Estaba tan ebrio como yo. Dice la gente que entre curdas se entienden, pero creo que este caso fue la excepción. El borracho me preguntó qué habíamos hecho para venir a parar a este mundo y que él, después de tres whiskies, iba a tirarse a las vías del tren.
Mi respuesta fue sencilla, como ya dije: nadie me pidió permiso para traerme acá y nunca nadie me va a pedir disculpas por eso. Nacimos del fruto egoístamente amoroso de una noche de amor o equivocación entre dos personas que van a creerse dueños de nuestra existencia. Y ahi los tiene uno, hablando de amor y respeto sin poder evitar sentir la hipocresía.
Uno trata... y yo juro que he tratado... de cambiarle la cara a la moneda, pero es inútil, tenes que repetir hasta la muerte el patrón: estudiá, trabajá, casate con algún hombre cualquiera con tal de no quedar soltera y tené hijos. Sino, ¿Qué clase de persona sos?¿Qué clase de mujer?
Y yo... miren que he tratado... y todavía no sé si soy una persona. Uno hace lo que puede y hasta donde llega. Y no me mato. No, señores, no me mato. Sé que algún día, sin pedir permiso, la muerte me va a llevar. Y como soy bien caprichosa, no voy a darle el gusto a ella de irme antes y no voy a darle el gusto a mis creadores de continuar con este modo de vida siniestro. Voy a seguir aquí, señores, molestando a los unos porque me tienen y a la otra porque me desea.
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